lunes, 11 de mayo de 2020

¿Método tradicional o trabajo por proyectos?

Hoy me gustaría recomendar, a la vez que reflexionar un poco sobre él, un libro que encontré por casualidad no hace mucho. Puede resultar de utilidad en cuanto que hace plantearte y pararte a pensar si realmente hay una conexión entre el pensar y el sentir con el hacer, concretamente con la metodología de trabajo que utilizamos en el aula ya que, en función de esta, dependerá nuestra acción educativa futura. Este, precisamente, ha sido uno de los dilemas con el que me he encontrado durante los años que llevo trabajando.

El libro analiza los 4 modelos distintos más frecuentes en la práctica docente en los que concretamente en la etapa de Educación Infantil predominan dos, el modelo tradicional (método de fichas) y el modelo de investigación en el aula (trabajo por proyectos).  En función de la metodología que se lleve a cabo dependerá la organización de los espacios, unos espacios que no son creados fruto del azar si no que están sujetos a una determinada forma de pensar, de entender la educación y la infancia. En concreto, el libro ofrece propuestas de organización espacial (basándose en la metodología interactiva) a través de unos espacios abiertos, significativos, ricos, interesantes y de escucha en los cuales se permite al niño ser autónomo así como interaccionar y dialogar, dando la posibilidad de crear aprendizajes suscitando el interés y la emoción.

Como todas las profesiones, se aprende a ser maestro en la práctica...a base de experiencias y por supuesto de errores y rectificaciones... en definitiva, vamos pasando por diferentes etapas y momentos para llegar a convertirnos en nuestra mejor versión y en el maestr@ que verdaderamente queremos ser y con el que nos identificamos. Por ello, en ocasiones, cuando se comienza a trabajar te ves influenciad@ (como es absolutamente normal) dejándote llevar por tu entorno, por la experiencia y sabiduría de los compañeros que llevan años dedicándose a ello y, que por lo tanto, son de gran ayuda en tus comienzos. Yo recuerdo mi primer destino (con 23 años) y el miedo tan inmenso que me invadía al tener que enfrentarme por primera vez a un grupo de 25 personas de 3 añitos que dependerían de mi quehacer y estaba ¡yo sola ante el peligro! Para mí fue una gran suerte poder contar con algunos compañer@s que me pudieron orientar y aconsejar en diferentes aspectos y de los que aprendí mucho, en concreto de Rocío, mi compañera y tutora de prácticas el año en el que aprobé la oposición. Fue un año realmente duro, con muchos miedos e inseguridades donde no me pusieron nada fácil las cosas (sobre todo al principio) por falta de confianza debido a la edad y por lo tanto a mi inexperiencia. A pesar de ello (o quizás gracias a ello) resultó ser un año muy gratificante y satisfactorio y una vez echada la vista atrás, cometí errores, por supuesto, pero siempre puse todas mis ganas, esfuerzo e ilusión por aprender y mejorar cada día.

El problema está, desde mi punto de vista, cuando caemos en el error de acomodarnos sólo con lo que hemos visto (aunque no nos convenza) y de hacer algo en lo que no creemos. Recuerdo una vez una compañera que hablando sobre la metodología tradicional me dijo que no me gustaba y que, por ello, no sabía vendérsela bien a los padres...y tenía toda la razón... no puedo vender algo en lo que no creo.
En los 11 años que llevo trabajando he pasado por 6 colegios diferentes donde ha primado la forma tradicional a través de métodos de editoriales. He estado acostumbrada a ver este tipo de metodología y no me siento identificada con ella porque creo que no fomenta un aprendizaje y un descubrimiento por parte del alumno de una manera divertida, dinámica y ni mucho menos significativa. Yo misma he pasado por ella, era la que te encontrabas cuando llegabas al centro y que tenía que llevarla a cabo al igual que mis compañeras pero, poco a poco, me daba cuenta de que no me convencía y que empezaba a haber una desconexión entre mi pensar y mi hacer.

Con esto no quiero decir que no realice fichas, las utilizo en la medida en que lo creo necesario e intentando que tengan un sentido para el alumno, como por ejemplo, dentro de un proyecto o de una rincón. Pero creo que se abusa mucho trabajando con las fichas a la hora de enseñar cualquier contenido cuando podemos en la gran mayoría de los casos evitarlas utilizando una metodología más manipulativa y vivencial. Tampoco trabajo solo a través de proyectos, selecciono por lo tanto de cada una aquello que considero más oportuno, dando lugar a diferentes formas metodológicas dentro de mi aula como puede ser a través de los rincones o  talleres. Me he ido formando a lo largo de estos años a través de cursos y seminarios para conocer lo que implica trabajar de esta forma y a día de hoy sigo haciéndolo porque he comprobado por mí misma en el aula que para los niñ@s  aprender se convertía en algo apasionante y divertido, dentro de un contexto significativo en el que las actividades cobraban un sentido.

En conclusión, creo que es importante de vez en cuando reflexionar sobre nuestra acción educativa ya que con las prisas y el ritmo que llevamos en el aula, a veces no nos paramos a pensar en el porqué hacemos lo que hacemos y en el cómo lo hacemos. Es inevitable en ocasiones que haya distancia entre lo que hacemos y lo que nos gustaría hacer debido a las circunstancias, que no siempre son favorables, pero lo fundamental desde mi punto de vista es ser lo más coherente posible con nuestra forma de ser y estar en el aula e ir poco a poco disminuyendo esta distancia en la medida de las posibilidades. No creo que haya sólo un método único y válido a la hora de enseñar, al fin y al cabo, todos nos ofrecen distintas posibilidades y cada debe elegir aquel o aquellos con los se siente más identificado. Como dice el refrán "cada maestrillo tiene su librillo"...

2 comentarios:

  1. Hola, reflexiones que todos deberíamos plantearnos en nuestra práctica docente. Muchas gracias

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  2. Gracias a ti Laura, a veces es bueno recordarlo para seguir mejorando como docentes!Un beso

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