viernes, 15 de enero de 2021

Sillas musicales ¿Competir o cooperar?

 ¿Quién no ha jugado alguna vez al juego de las sillas musicales? Se trata de un juego muy divertido en el cual hay que sentarse rápidamente en una silla cuando la música deja de sonar. Para ello, ha de haber una silla menos que el número de participantes y así, aquel que se queda sin sitio, se elimina y deja de jugar. 

Un juego muy famoso con el que todos hemos pasado un rato muy divertido (hasta que te quedas sin sitio y te apartas del juego) pero que en el fondo no deja de ser competitivo. 

Por ello, quería aprovechar a jugar con mis chic@s con la versión cooperativa que descubrí no hace mucho tiempo.  

Ellos sabían jugar a la forma tradicional y no se esperaban que la dinámica fuera a ser diferente. 

Dividí a la clase en dos grupos y les expliqué que el juego era prácticamente igual salvo con la "pequeña" diferencia que aquel que se quedaba sin silla no se iba a  eliminar. 

¿Entonces? Sus caras eran de incomprensión... 

A continuación les dije que tenían que buscar la forma de sentarse entre todos para que ninguno se quedara sin silla...

¡sólo así ganarían todos!

La única condición que les puse era jugar con cuidado, sin hacerse daño. 

Al principio, les resultó extraño...algunos no sabían donde sentarse (acostumbrados a la idea que siempre habían tenido de este juego).

  

Después, no estaba resultando muy difícil colocarse entre los amig@s...

   

pero poco a poco...había muchos niños para tan pocas sillas jeje



Llegábamos al final del juego y sólo quedaba una silla....



¿Cómo lo resolverían?

 


Pero lo mejor aún estaba por llegar....

    

Mucho tiempo estaban aguantando sin caerse al suelo jeje. 

Debo decir que ambas versiones son muy divertidas pero me quedo con la versión cooperativa en la que, a parte de que todos pueden jugar hasta el final, nadie pierde y todos salen ganando. 

Lo cual, no quiere decir que no realicemos también  actividades en el aula en las que haya una parte de competición, creo que como en todo, ha de haber un equilibrio. La competitividad, si se plantea de una forma sana y positiva, está bien y estoy de acuerdo con que hay que fomentarla adecuadamente ya que es un aliciente que les empuja y ayuda a motivarse y a ser mejores confiando en sus posibilidades.  

Sabemos que a los niñ@s en general les gusta siempre ganar y llevan muy mal las derrotas, frustrándose e incluso enfadándose. Es normal que actúen así al principio cuando son pequeños pero se debe trabajar y controlar para que no se convierta en un verdadero problema en el futuro.  

En clase jugamos de forma cooperativa pero también hay algunos juegos en los que perdemos y no pasa absolutamente nada, les hago ver la importancia del proceso y no del resultado. El objetivo fundamental  que persigo y que, por tanto, les hago ver, es disfrutar y pasar un rato divertido todos juntos a la vez que aprendemos jugando. 

Aunque son pequeños y puede resultar difícil de entender, es importante que les inculquemos desde edades muy tempranas que en la vida no todo nos sale como queremos y ni mucho menos a la primera, pero no por ello debemos abandonar y tirar la toalla, debemos ser constantes, aprender de los errores y de las derrotas mejorando cada día un poquito más. 

Y es aquí cuando los adultos jugamos un papel muy importante ya que  debemos ser nosotros mismos (los padres, los profesores o cualquier persona cercana al niñ@) un ejemplo a seguir para que vean que a pesar de que no nos salgan las cosas bien, es fundamental esforzarse y ser constante para buscar la mejor versión de uno mism@, pero nunca comparándose ni compitiendo con nadie. De esta forma, estaremos ayudándoles enormemente fomentando una buena autoestima. 

Os animo a jugar con ambas versiones para que comprobéis las diferencias.

La diversión está asegurada cuando se trata de juegos que implican música y movimiento y en este caso, con la versión cooperativa ¡pasamos un rato genial donde disfrutamos y nos reímos mucho!😅


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