miércoles, 16 de diciembre de 2020

Nunca le hagas cosquillas a un tigre

Hoy os hablo de un cuento muy divertido que nos ha servido como punto de partida para relajarnos de una nueva forma 
¡¡que nos ha encantado!!

Un cuento con el que seguro que más de un@ se sentirá identificado con la protagonista.
  Zara Zarandilla es una niña muy muy curiosa e inquieta que no puede evitar experimentar.  No para quieta ni un momento en todo el día y los adultos de su alrededor siempre la están dando órdenes como: 
¡¡Zara para!! ¡¡No hagas eso!! 

Pero nuestra protagonista no puede evitarlo, ni tampoco en la escuela donde su profesora le da una serie de advertencias durante la visita al zoo cuando comprueba las travesuras que comienza a hacer con los animales que va encontrando a su paso.... Aunque, sin duda, la advertencia más importante que le hace a Zara es: 
¡¡nunca hagas cosquillas a un tigre!!



Pero Zara se ha encontrado una pluma y se dirige a la jaula del tigre...
¿Logrará Zara Zarandilla controlarse?


Con mucho humor trata la importancia de respetar las normas, que aunque a veces resulten complicadas de cumplir, son necesarias ya que si no podrían provocar una serie de consecuencias muy desastrosas como las que ocurren en el cuento.  
Consecuencias que se pueden ver en una parte del cuento desplegando las páginas y donde de forma muy visual y graciosa aparece el gran caos que se ha formado. 

Un cuento especialmente dedicado a esos niños muy inquietos y movidos tachados en ocasiones de hiperactivos en donde se lleva al límite unas consecuencias provocadas por unos actos concretos. Las imágenes son llamativas, muy divertidas y reflejan claramente las situaciones que se van desarrollando. 
Desde mi punto de vista, como niños es normal que tengan la necesidad de descubrir, curiosear, experimentar...aunque ello conlleve a veces desobedecer y no cumplir las normas. Sin embargo, es fundamental y muy importante que los niños conozcan que sus actos tienen consecuencias, tal y como  se refleja en el cuento. 


Pues bien, a raíz de esta historia que nos ha encantado hemos realizado una nueva sesión de relajación que añadimos a las que ya tenemos.

Para ello, nos hemos colocado por parejas mirando de frente al compañero. 
A cada uno de ellos les he entregado una pequeña pluma (ya que dadas las circunstancias no podemos compartir) y así por turnos, mientras escuchábamos música relajante, se hacían cosquillas por la cara y el cuello, con la única norma de no introducirla en la nariz, boca y ojos del compañer@.



   

Poco a poco, ellos mismos han comenzado a hacerse cosquillas también en las manos, brazos e incluso en las piernas. 



      




A continuación os dejo un video de una pareja para que veáis que bien lo hacían




Un momento muy tranquilo y relajado del que hemos disfrutado aunque al principio debido a las cosquillas (que no han tenido afortunadamente las consecuencias del cuento 😅), ha sido inevitable  echarnos unas cuantas risas. 

¡Sin duda, añadimos las plumas a nuestro repertorio de actividades para la vuelta a la calma!

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