martes, 28 de abril de 2020

Con la línea dibujo...

Hola a todos!
Hoy os presento una actividad que me gusta mucho realizar con los peques de 4-5 años y que la aprendí de una muy buena compañera y profesional ya jubilada, mi amiga Yolanda.

Se trata de crear un dibujo a partir de una línea (dibujada por el maestro) cada vez de una forma diferente (ondulada, recta, curva, inclinada, vertical...). Con esta sencilla actividad fomentamos la imaginación y creatividad en los alumnos y aunque al principio les cuesta un poquito, poco a poco, van animándose y con la práctica hacen unos dibujos chulísimos. 


¿ Qué os parecen?
¡Os animo a hacerla porque los niñ@s crean absolutamente cosas maravillosas y muy creativas!

Aprovechando esta actividad quería compartir una reflexión que como maestra siempre me he planteado a la hora enseñar a dibujar a los niños (dentro de mi más pura torpeza). El dilema es el siguiente: ¿empiezo ofreciéndoles un modelo para ayudarles/motivarles o, por el contrario, les dejo que sean ellos los que se lancen solos? 
Concretamente os cuento qué me ocurrió con un alumno cuando propuse esta actividad. Ya la conocíamos de otras veces que la habíamos hecho y nunca hubo ningún problema salvo un día que este niño en concreto, con la línea que propuse en esa ocasión, no se le ocurría nada que dibujar. Empezó a agobiarse y a sentirse mal y sobre todo, cuando veía que sus amigos empezaban a dibujar. Me acerqué a hablar con él, estaba realmente frustrado porque no tenía la imaginación en ese momento de crear nada nuevo con esa línea.  Le dije que no se preocupara porque no pasaba nada pero él seguía triste y quería dibujar algo. Y fue en ese momento cuando le dí varias opciones ayudándole a animarse y a que cogiera confianza para la próxima vez, ya que si no, corría el riesgo de que tuviera manía a la actividad y no quisiera volver a hacerla.  Esto no quiere decir, desde mi punto de vista, que no sea adecuado ayudarle a dibujar algo que no sepa o dibujarlo tú misma como maestra y que él lo intente hacer, ya que de algún modo hay que ofrecerles recursos u otras alternativas, para que la confianza no decaiga, ofreciéndoles palabras de ánimo y dándoles la oportunidad de que sus dibujos sean iguales de válidos como el resto de compañeros, sin hacer las inoportunas comparaciones (que siempre en algún momento hemos caído en el error de cometer y yo la primera). 

Este aspecto no tiene nada que ver con anular la creatividad  como por ejemplo cuando sí les decimos cómo tienen que colorear (eligiéndoles el color) ciertos dibujos o cómo tienen que hacerlos. 
Inevitablemente, y a veces sin quererlo, caemos en muchas ocasiones en la elaboración de actividades artísticas que tienen todas un único resultado, el cual es el mismo para todos, y perdemos de vista la importancia del proceso en cada niño, siendo diferente y único... independientemente del resultado final, pero habiendo dejado al niño crear y experimentar sin tantas órdenes. 

Así, cuando les entregamos a los niños sólo un papel con un determinado material y les das la posibilidad, sin una sola indicación, de que hagan lo que quieran...la primera pregunta que formulan es ¿qué tengo que hacer? Eso fue lo que yo me pregunté, al igual que mis compañeras, en un curso al que acudí hace 3 años sobre arte con Rita Noguera (experta en educación artística y que os aconsejo para asistir a los cursos y talleres que imparte) y donde sólo nos dió un papel, un trozo pequeño de cuerda, témpera negra para que hiciéramos lo que quisiéramos. No os imagináis la sensación de agobio que tuve al principio, por un momento me sentí como mi alumno...¿qué haría yo con ese trozo de cuerda? Se me empezaron a pasar por la cabeza muchos pensamientos hasta que me relajé y pensé...bueno, tampoco es para tanto, inténtalo y a ver qué sale. Una vez acabado nos entregó unas pegatinas de ojos, di un par de vueltas a la hoja, los coloqué e intenté ver algo... ¿qué podía ser? claramente era una mosca, mi mosca y la había creado sin ningún modelo delante previo, sólo con mis manos y dejándome llevar sin intentar preocuparme del resultado. 
Esa sensación hacía años que no la tenía e hizo que me sintiera muy orgullosa de mi producción, aunque los demás no vieran nada, me bastaba con verlo a mí... de eso se trataba, de que cada producción fuera única y diferente.

Mi mosca

Al finalizar, compartimos entre todas las compañeras las distintas producciones, nos divertimos mucho viendo los resultados obtenidos (todos válidos por supuesto) y descubriendo objetos o animales escondidos tras esas simples manchas negras.

Mi mosca también fue vista por otras personas...


¿Qué hacéis vosotr@s en el aula para fomentar el arte, la creatividad? ¿Cómo lo enfocáis?

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