miércoles, 7 de abril de 2021

¿Mesas con nombres o sin ellos?

Hoy quería compartir mi experiencia en relación a un aspecto que es muy común ver en las aulas de infantil: el nombre de los alumnos escritos en las mesas.

Cuando comencé a trabajar, era normal ver el nombre de cada peque, por dos motivos fundamentalmente: primero como señal de pertenencia y segundo, como un recurso facilitador (al tenerlo tan cerca y accesible) para poder iniciarse en el proceso de la lectoescritura.

Sin plantearme nada más, yo misma empecé a ponerlo en práctica con mis primeros grupos. 

En mayúscula en 3 y 4 años

En minúscula en 5 años

En todas las aulas de mis compañeras podía ver que se hacía de la misma manera... en todas menos en una, la de mi compañera Elena. Me sorprendió tanto el no verlos escritos que le pregunté el motivo. Me dijo que no los ponía porque cada niñ@ se podía sentar donde quisiera en cada momento. 

Debo reconocer que me pareció una auténtica locura y así se lo comuniqué... ¿pero y no se pelean? ¿qué haces si hay conflicto? ¿les cambias tú de sitio? Ella me insistía en que no había ningún problema entre sus alumn@s y que cuando los había lo solucionaban ellos...¡no podía creerlo!

Pasaban los años y siempre me sorprendía mucho que ella fuera la única compañera que no los ponía en las mesas. No me atrevía a cambiar el modo de organizarlo hasta que, curiosamente, poco tiempo después, en un curso que estaba realizando sobre proyectos, se trató precisamente este tema y vi una gran oportunidad para preguntar de nuevo y exponer mis dudas y miedos. 

Recuerdo que la ponente me respondió con otra pregunta: 

-¿Cuando vas a realizar un curso, con quién te sientas?¿con tus amig@s o con gente con la que te obligan?

Obviamente mi respuesta fue con mis amig@s pero aún así, le quise exponer mis miedos, que sin duda, el mayor de ellos era la posibilidad de que hubiera conflictos y, por otro, perder esa seguridad que me daba tenerlos a todos controlados. Ante esto, ella me dijo algo que me quedó marcado y muy grabado dentro de mí y que hizo que al día siguiente quitara el nombre de las mesas. Me explicó que, sobre todo en los 3 añitos, el conocimiento pasa por el aspecto emocional, social y oral, por lo que poniendo el nombre en las mesas les estábamos privando a los peques de ese gran aprendizaje, sobre todo el emocional. Con respecto a los conflictos, se tenían que superar todos aquellos que surgieran en el aula, pero había que darles la oportunidad. 

Me animó a que cambiara la metodología de un día para otro y que no volviera a ella aunque así lo deseara.

Debo reconocer que no fue fácil (ya que no estaban acostumbrados) y me dieron ganas de tirar la toalla y volver a poner los nombres, ya que como esperaba, surgieron problemas a la hora de sentarse, sobre todo cuando dos niños coincidían a la hora de sentarse en la misma silla. Sin embargo, aunque me daban ganas de solucionar el problema y tomar yo la solución me mantuve a la espera y les dejé que fueran ellos los que llegaran a un acuerdo. Siempre lo hicieron.

Personalmente, al principio no me cuestioné nada y simplemente me resultaba fácil que cada uno estuviera sentado en un mismo sitio, elegido además por mi misma y que siempre que fuera necesario, pudiera cambiarles. 

Como digo siempre, no se trata de que sea o no la mejor forma, simplemente es una metodología más que podemos poner en práctica o no, hablo desde mi experiencia personal y cómo me ha funcionado en mis aulas.

Si como profes nunca lo habéis probado os animo a hacerlo porque aunque pueda parecer una locura (eso mismo pensaba yo) no sabéis la información que nos da en relación a nuestros alumn@s además de toda la carga emocional que conlleva ¡es maravilloso! Es increíble observarles, sin mediar (a no ser que sea absolutamente necesario) y comprobar cómo van gestionando ellos solos la situación, a la vez que van tomando decisiones para la resolución de sus pequeños conflictos. 

Esto no quiere decir, que haya excepciones y que a veces tengamos que colocar de forma estratégica a algun@s alumn@s por otro tipo de necesidades (por ejemplo, problemas de caracteres/personalidad o aprendizaje). 

Este año, debido al Covid no podía seguir haciéndolo de la misma manera con mi grupo de 4 años ya que cada alumno tenía que tener su propia silla, sin embargo, lo que sí he podido hacer es empezar el trimestre con un nuevo cambio de sitio, que nos durará hasta final de trimestre. Sólo han tenido que mover la silla, ya que el nombre estaba pegado en el respaldo. 

Nombre que no necesito que esté escrito en la mesa porque se los dejo ver a la vista en la puerta de un armario de clase (pegados con velcro) y siempre que lo necesitan, van a cogerlo y después, lo colocan de nuevo en su sitio. De esta forma, evito que continuamente se despeguen de las mesas y acaben destrozados, rotos y sucios. 

Ellos estaban encantados, enseguida han buscado a sus amig@s con la mirada y han verbalizado con quien querían sentarse. 

Pero antes de nada, hemos recordado que en los momentos de trabajo, aunque se puede hablar en un tono bajito con los compañer@s de mesa, debemos respetar y no jugar entre nosotros cuando haya que escuchar las explicaciones del profes@r. 

Por último les he preguntado que pasaría si hubiera problemas a la hora de sentarse...

- Lo solucionamos hablando profe.

Han habido casos en los que no era posible sentarse al lado de un compañero ya que otros han sido más rápidos y han ocupado el lugar. En ese caso, se han sentado enfrente o en diagonal y ellos mismos han dicho, al lado no podía pero igualmente estoy cerca de él/ella. Ninguno se ha enfadado y se han conformado con estar todos juntos en el mismo equipo y eso...es maravilloso!porque han demostrado ser buenos amigos y sobre todo, que han sabido gestionar ellos solos la situación. 

Les he dado mi confianza y les he dicho que estoy convencida de que lo sabrán hacer muy bien de aquí a final de trimestre. 

De momento están muy contentos con sus nuevos equipos y han quedado de la siguiente manera:



A día de hoy sólo puedo deciros que no fue fácil hacer el cambio pero mereció la pena y desde entonces, todos mis grupos (desde los 3 añitos) se sientan donde quieren. Se acostumbran a hacerlo de esta manera y para ellos es absolutamente normal, por lo que, los conflictos no se dan como se daban cuando empecé a hacerlo a mitad de curso o de un año para otro. 

Esto no quiere decir que no los pueda haber en futuras ocasiones, pero a veces, tenemos que intentar dejar de querer controlarlo todo en el aula y dar a los niños más libertad, tiempo y sobre todo confianza para solucionar los conflictos que puedan surgir. Es importante cuestionarse el porqué hacemos las cosas de la manera en la que las hacemos, con qué intención o propósito y ser consecuentes, ya que, al escribir el nombre en cualquier objeto (ya sea silla, mesa, lápiz...) indica una posesión, y hay casos en los que los niños no dejan (como es absolutamente normal si lo pensamos bien) que otros se sienten en "sus sillas" porque como ellos dicen, son suyas. Si fomentamos la acción de compartir... ¿porqué les asignamos "su" silla o "su" mesa?

Creo que no está de más reflexionar sobre estos aspectos, por lo que aprovecho compañera para agradecerte infinitamente que hayas hecho cuestionarme aspectos de mi propia práctica docente. 

Es importante que poco a poco nos vayamos quitando el miedo al cambio... muchas veces, trae consigo cosas increíbles que nunca imaginaríamos.


2 comentarios:

  1. Es un privilegio aprender contigo y de ti...
    Sigue en tu andadura de la evolución constante.
    Gracias por tanto!

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